Entrada 08. Travesía en velero de Lo Pagán a Tabarca pasando por Guardamar y Torre de la Horadada
No he escrito en el blog durante el verano. No por falta de historias, sino porque las he estado viviendo. Entre reparaciones, navegaciones tranquilas por el Mar Menor y una travesía más ambiciosa, el Astraea Albatros ha ocupado más tiempo que el teclado. Y si algo he confirmado estos meses es que, cuando hay que elegir entre escribir o navegar, el mar gana siempre.
Preparando la gran travesía
Los primeros días fueron de ajustes: reparaciones pequeñas, maniobras de prueba, salidas cortas dentro del Mar Menor. Todo con un objetivo claro: preparar la travesía desde Lo Pagán hasta la Isla de Tabarca.
La mañana de la partida, el puente del Estacio se abrió a las siete, y con él también se abrió la sensación de aventura. Diez horas de motor y vela, siempre buscando mantener ritmo, hasta que a las cinco de la tarde echamos el ancla frente a Tabarca. Eran unas cuarenta millas recorridas, el mar como escenario y la sensación íntima de haber cumplido un reto.
El regreso lo planteamos distinto: sin prisas y con paradas. La primera escala fue en el Puerto de Guardamar del Segura, un enclave rodeado de naturaleza, perfecto para descansar después de un día de navegación. Al día siguiente dormimos en Torre de la Horadada, fondeados frente a la playa. Y en la cuarta jornada, tras cruzar de nuevo el Estacio, regresamos a Lo Pagán.
En total, la travesía sumó unas 70 millas náuticas (casi 130 km): lo suficiente para sentir que el verano había tenido su gran capítulo de mar abierto.
Navegaciones tranquilas, conclusiones para el futuro
El resto del verano lo hemos pasado entre salidas tranquilas en el Mar Menor. Amigos, baños, charlas sin reloj. Pero incluso en esas navegaciones cortas se aprende: muchas veces, con vientos flojos o medios, noté que un spinnaker habría hecho la diferencia.
De ahí nace la idea de hacerme con un calcetín para el spi. Con él, el spinnaker dejaría de ser una vela reservada para ocasiones especiales y se convertiría en un recurso habitual. Estoy valorando dos caminos: fabricarlo yo mismo o encontrar uno a buen precio. Sea como sea, estoy convencido de que en las próximas salidas será parte del inventario habitual a bordo.
Así ha sido este verano: entre fondeos en Tabarca, una noche en Guardamar, otra en Torre de la Horadada, y muchas horas tranquilas navegando en el Mar Menor. Un verano que quizá no quedó escrito en el blog al momento, pero sí en cada milla recorrida.
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